Marcelo in memoriam
Por Carlos H. Burgoa Moya
Muchos hombres y mujeres dejan tanta huella que poco los valoramos en vida y los recordamos cuando nos dejan o parten de este mundo a otro, pero no se si será el otro mejor que este, pero debe ser mejor creo yo, para que un día no muy lejano nos volvamos a encontrar, ni duda cabe.
Marcelo Quezada, siempre lo llevo en mi memoria y en los miles de recuerdos que tengo de él que cuando lo conoc, siempre con un libro, una revista (proceso de México) y Le Monde Diplomatique de esos tiempos y yo cargado de mis recortes de prensa nacional de lo que acontecía en nuestra sufrida Bolivia. Muchas veces hicimos el intercambio necesario para estar bien informados.
El tiempo paso y era un «viejito» pero con una juventud, mejor que de los que eran jóvenes, porque inspiraba e irradiaba eso que hasta ahora siempre le falta a muchos seres humanos; confianza, entereza al hacer una acción por nuestros semejantes. De temple serio, pero jovial que encajaba inmediatamente de la tarea que debíamos realizar porque esa maldita coyuntura lo exigía y debíamos cumplir con diría Fidel, con el mas sagrado de los deberes, hacer la revolución. Que equivocados estábamos, no en el hecho de no hacer la revolución que nos comprometimos como era posible e hicimos lo que decía nuestra conciencia, que ser revolucionario no es empuñar las armas en cualquier momento, es cuando las condiciones lo exija. Eso era Marcelo.
En el transcurrir del tiempo, nos fuimos afianzando en la amistad y en el compañerismo, me acuerdo que me exigía que termine la universidad porque, me decía para que empezaste algo que no vas a terminar, sabias palabras que un día le dije tarea cumplida y nos abrazamos y me regalo un libro que el había compilado sobre el Sub Marcos.
Allá por 1999, en momentos que Bolivia vivía un angustia por ser diferente, Marcelo, junto a otros compañeros como Hernan, Ivan, Roberto, Bonny, David, Guillermo, Nelsón, Coco +, etc., nos reuníamos para hacer la evaluación necesaria y comentar cual seria el siguiente paso.
Fue uno de los mas entusiastas en lanzar el periódico Soberanía, órgano de difusión del MAS-IPSP en sus comienzos, no escatimaba recursos, por cumplir sagradamente la edición cada mes. Porque se difundía a nivel nacional y era imposible recuperar lo invertido, ya que a muchos de los compañeros le era imposible comprar el periódico, porque simplemente no tenían recursos, pero su deseo de leer lo que decía su organización política, era lo suficiente para que se lo de sin ningún precio.
En los momentos álgidos del 2000, cuando nadie podía decir a voz en cuello que era del MAS -IPSP, Marcelo, supo atraer a mucha gente de la clase media a la organización en ese momento de los cocaleros, de los narcos y de los terrucos. Que tiempos aquellos.
Fue uno de los pocos bolivianos, por no decir el único, que le hizo una entrevista a Regis Debray, aquel intelectual francés que estuvo con el Che, donde develo muchos pasajes de lo que no se sabia de la gesta revolucionaria de Ñancahuasu.
Tenia un cariño entrañable por David Choquehuanca, nuestro primer ministro de Relaciones Exteriores, que se posesiono en 2006 hasta el 2017.
Ya cuando se llego al poder en 2006, Marcelo Quezada Gambarte, fue nuestro embajador de Bolivia en Paraguay de 2008 a 2012, función que muchas veces se mataba de risa porque decía «que hacia yo un anarquista en medio de la elite» siempre con un talante impecable en su vestir, hasta la ultima vez que lo vi allá por el año 2020.
Hoy ha partido, pero su presencia lo llevaré siempre conmigo, porque fue un hombre que comprendió a mi generación y entrelazo con la suya.
Hasta siempre Marcelito.