“Solamente son derrocados las revoluciones que se han hecho a sí mismas derrocables” René Zavaleta Mercado
Por Carlos Burgoa Moya
La historia de Bolivia, siempre fue; en algunos casos paradójica, otras trágicas y en otras salen del asombro entre unos y otros casos. Porque lo que sucedió en 2019 entre antes de las elecciones nacionales y después de las elecciones del 20 de octubre es para reflexionar que se asemeja dichos acontecimientos a lo que en 1964 sucedió en Bolivia, el golpe de Estado de parte de René Barrientos a Víctor Paz Estensoro.
Él insigne escritor, investigador, político y pensador boliviano en su obra “La caída del MNR y la conjuración del noviembre” (Historia del golpe militar del 4 de noviembre de 1964 en Bolivia)[1], hace un análisis –comparando lo que sucedió en Bolivia en 2019- y haciendo una similitud de tales acontecimientos, entre 1964 y 2019 y que las lecciones del pasado debemos aprender, ya que podríamos caer de nuevo en un futuro que se aproxima en los mismo errores y que ya sería una gran aberración no aprender de ello.
En el prólogo Zavaleta con mucha solidez sostiene que Bolivia, “no es un país con mucha política, sino la política misma”[2] y claro haciendo las un repaso desde el 2000 al 2019, años que cambian el sentido de hacer política, después de haber culminado el ciclo de la política de pactos y de acuerdos de gobernabilidad, no fue fácil encarar una política fuera de estos acuerdos y componendas que vivió el país durante la democracia pactada (1985-2005).
La intensidad de la política a partir de 2000 cambia de actores y de corrientes políticas y por ende la forma de hacer política, ya que con la forma que se tenía, ninguna fuerza popular podía llegar a ser gobierno o mínimamente llegar al parlamento a expresar su voz.
Un hecho significativo que incide Zavaleta Mercado, es la emergencia del sindicalismo que a partir de 1952 se suma a la lucha del poder no como corolario si nos como actor principal de los cambios que necesitaba Bolivia y que a no dudarlo tuvo un protagonismo fundamental en la Revolución Nacional de 1952. Pero el hecho en sí, es que la izquierda como ayer y hoy su tarea es ser su conductor que desde sus propios adeptos sean los guías y actores políticos; no simplemente guías sindicales en sus justas reivindicaciones sociales.
El hecho en si es que “esa duplicación del poder”[3] de que habla Zavaleta, se dio con más evidencia en el periodo 2006 -2019, donde el poder dual de una parte de este segmento sindical fue absorbido para ser parte de la nave del Estado, que nunca estuvo mal, pero como en el pasado y hoy en el presente tiene aspiraciones propias –en muchos casos salarialistas- pero nunca una aspiración política de la toma del poder para el conjunto del pueblo boliviano. Eso se evidencia en los muchos congresos del ente matriz de los trabajadores como es la Central Obrera Boliviana (COB), que en último periodo fue parte importante del Gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS).
Lo que se quiere hacer entender y comprender que la incorporación o el ser parte de un gobierno en si no es malo, ya que muchos de los dirigentes en el pasado no eran sólo de las fuerzas de izquierda, si nos también de fuerzas conservadoras que jalaban a su lado cada uno. Pero hay que resaltar que en el periodo del MAS, los sindicatos se volvieron funcionales y secos obedientes a políticas de Estado, sin cambiar ese Estado que hoy por hoy lo tenemos.
Las fuerzas conservadoras, durante éste periodo nunca perdieron sus ambiciones de ser gobierno por las buenas, ya que sus resultados electorales no les acompañaban y no tenían otro camino que optar por la fuerza porque los “hombres inofensivos no existen”[4], dice Zavaleta, y es claro se evidencia en las acciones que desde antes del 20 de octubre las fuerzas reaccionarias, nunca iban a validar las elecciones ya que las encuestas o intensión de voto eran proclives al MAS. Sus acciones así lo demostraron.
El golpe de Estado perpetrado y financiado por los norteamericanos, ni duda cabe y que la historia lo develará, encontró a la fuerza política del Proceso de Cambio, desprevenida y poca preparada, porque nadie puede entender que papel jugo la dirección política del MAS. Que papel jugaron y sus actores políticos, nadie comprende ya que su capacidad organizativa de esta fuerza política no tenía real acción de movilización, recuerden que se llenaba la plaza de San Francisco y luego todos de nuevo a sus hogares, nadie concientizaba sobre lo eminente que venía y se susurraba que era el golpe.
La fuerza sindical tiene limitaciones, pero hay que ponderar que su incorporación al Proceso de Cambio, fue un hecho político fundamental en el caso de los campesinos, interculturales, mujeres campesinas y organizaciones de tierras bajas, pero se olvidó de un sujeto central y es la clase media que no pudo ser parte de la transformación del proceso, sino como simple administrador del sistema político imperante, acomodándose además como un mero receptor acompañante de los movimientos sociales. Que no fue casual que algunos miembros de la clase media se sumaban o recobraban su origen de clase para ser parte de los movimientos sociales y hasta algunos llegaron a ser parlamentarios avalados por estos. Pero el gran sujeto no cooptado nunca se incorporó al Proceso de Cambio.
“La noción de cogobierno nació de la tesis de la doble soberanía que así existió dos veces, una como hecho revolucionario y otra como degeneración burocrática, es decir, como pura formula. Entonces, en efecto el sindicalismo, por mirar la hoja del poder dual, acabó por no ver la montaña del Taishan (los chinos manifiestan que es la mejor montaña del mundo)”[5], esta afirmación nos lleva la afirmación que no se visualizó un cambio de estructuras y sólo nos abocamos a maquillar el poder para sostenerse en el mismo.
“El proletariado pasó en cambio a sentirse sindicato en lugar de sentirse poder estatal”[6] que afirmación más dura para una organización de tanta envergadura que supo llevar a uno de su clase al poder.
Zavaleta, parafraseando a Sergio Almaraz dice “el pecado original de la Revolución Boliviana había sido el “sindicalismo”, es decir, la carencia del partido obrero, como la COB no obligaba al MNR a ser partido obrero, se forzaba a los sindicatos a tratar de lograr como sindicato el lleno de las urgencias políticas y el proceso se volvía, en efecto, sindicalista”[7] que verdad más sincera que toca las fibras intimas de un proceso que no sabemos hasta donde llegará su vigencia, ya que su propia vigencia hoy por hoy es una discusión teórica dentro de los propulsores de seguir por ese camino, que particularmente se debe reencausar con una visión de crítica y autocrítica.
Un hecho causal a los momentos aciagos que vivimos es la similitud del papel de los militares en la actual coyuntura que supieron aprender de la experiencia y que Zavaleta lo refleja, ya en 1964 de que “Los militares, ya se ha dicho, querían vencer, pero a condición de no luchar, golpear sólo en la medida de no ser golpeados ni un poco, porque la memoria de la derrota es la escuela de la precaución”[8], que frase tan cierta, si de algo hay que aportar a esta desgarradora afirmación es que en 2003 los militares aprendieron a no ser ellos mismos que pudieran dar fuego al pueblo movilizado, que en muchos casos haciendo caso a los gobernantes de ese tiempo, les fue mal, ya que muchos de ellos purgaron sus penas en la cárcel, obviamente no como delitos de Lesa Humanidad, claro está. Este 2019 fue la excepción ya que fue a través de ellos que se sintió las bajas en Senkata y Sacaba, algo que la historia debe develar para estar en paz con nuestros seres queridos.
Como apéndice y corolario manifestar que “los cambios históricos ocurren o porque la política se acumula o porque la política se vacía”[9]. La política y los políticos estaban cansados y el vaciamiento en ello, dio causa a que ya no haya nuevas ideas y nuevos retos, y simplemente se acomode el poder a lado que más le conviene y donde le da más redito personal y económico, si bases y sin masas que puedan acompañar a sus líderes. La historia siempre nos enseña.
[1] René Zabaleta Mercado. (2013). Obra completa. La Paz-Bolivia: Plural.
[2] Ídem. Pág. 217
[3] Ídem. Pág. 240
[4] Ídem. 242
[5] Ídem. 255.
[6] Ídem. 258
[7] Ídem. 259
[8] Ídem. 309
[9] Ídem. 331