Por Carlos H. Burgoa Moya
La presencia de la Organización de Estados Americanos (OEA) en el Perú nos lleva a una reflexión necesaria, ya que la última vez que se presentó en Latinoamérica, fue en Bolivia en 2019, donde dejo un mal recuerdo, ya que se entrometió en temas tan sensibles como es la democracia en momentos tan tensos que vivía Bolivia y hoy lo vive el Perú.
No podemos olvidar que esta organización, que debía ser la vanguardia de la preservación de la democracia en muchos momentos de su historia, siempre se inclinó a quien da más financiamiento para su funcionamiento y es cabalmente los Estados Unidos de quien no tenemos buenas referencias de apoyar causas justas y nobles porque a lo largo de la historia se inclinó por los poderosos y bajo sus propios intereses geopolíticos.
El paso de la OEA en Bolivia en 2019 en una coyuntura complicada y marcada por unas elecciones nacionales bastantes polarizadas, que, precedida por paros y huelgas, anticiparon que iban a desconocer de antemano los resultados electorales que fue el detonante que hasta el día de hoy nunca se supo del porque se dio a un organismo internacional tanto poder, para que dilucide si hubo o no fraude en dicha elección. Porque un documento que fue difundido entre gallos y media noche donde denotaba que hubo un “fraude monumental” que hasta hora no hay ni siquiera una investigación seria y verdadera que derivó en una sesión parlamentaria poco clara donde se rompió el orden constitucional llevando a la senadora Jeanine Áñez, a la presidencia del Estado en Bolivia, hoy entre rejas, más que por sus actos de corrupción que por la violencia ejercida en contra del pueblo boliviano, donde en su mandato murieron 34 personas en las masacres de Sacaba, (Cochabamba) Senkata y Huayllani (La Paz), y que parte de esa mala lectura hizo la OEA, no por medio oficiales, mas bien por medios nada convencionales como son las redes sociales.
Hoy que vive el Perú momentos tensos, debe tener en cuenta los hechos luctuosos que vivió Bolivia porque es un ejemplo que no debemos olvidarnos, ya que Luis Almagro, quien fue reelegido para un segundo mandato como secretario general de la OEA el 20 de marzo de 2020, en una elección poco clara y transparente, actualmente es investigado por hechos de corrupción y trafico de influencias.
La democracia exige diálogo, concertación y ante todo que en sus marcos constitucionales lo resuelvan los propios estados en conflicto, porque quien no ellos para resolver sus diferencias y que en el marco de la democracia se pueda llevar a buen puerto.
En la actual coyuntura que vive América del Sur, sea el momento quizás de darle los santos oleos a la actual OEA y sea otro organismo el encargado de llevar la ansiada unidad entre nuestros pueblos y que no estemos lejos que el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), sea la que sustituya a la ya desgastada OEA.
El presidente Pedro Castillo, quien pidió la presencia de expertos de esa organización evalué y retomé la iniciativa política que por algo fue elegido por la mayoría de los peruanos y peruanas para una gestión libre y trasparente para la gestión 2021 – 2026.