KARI KARI -KHARISIRI

Por: Cintia Fabiola Figueredo Quisbert

El mes de agosto está repleto de relatos de prácticas culturales aymaras, que si bien tienen siglos de antigüedad, las nuevas generaciones y las redes sociales han permitido una mayor visibilización de las mismas, es el caso de los memes virales sobre los sullu (feto de llama), término que ha sido confundido con ofrenda de personas para las construcciones, tras la noticia de que un joven que consumió bebidas alcohólicas casi fue enterrado en una construcción, aunque su testimonio perdió credibilidad ya que no presentó una denuncia formal y no se hizo una investigación de oficio sobre el incidente[1], otro personaje cuya actuación se acentúa el mes de agosto es el kari kari o kharisiri, “ladrón de grasa”,  ambos sustantivos son variantes que se refieren al mismo personaje, sus relatos los encontramos en el sur le Perú y toda la región del altiplano boliviano, y su existencia es anterior a época de la conquista española, su imagen no ha perdido vigencia y más al contrario las formas de caracterizarlo se han transformado y actualizado a través de los siglos.

En este artículo se describirá al kari kari a través de la obra de Manuel Rigoberto Paredes, para conocer una descripción del kari kari de la época colonial y republicana, y las investigaciones de Domenice Branca y Gabriela Behoteguy, de 2018 y 2021 respectivamente, nos permitirán comprender datos sobre la concepción del kari kari en la actualidad, haciéndonos entender que ya no se trata de un fantasma sino de seres humanos de carne y hueso, podría ser un vecino y cuya medicina para curar su ataque ha sido vinculada a los tratamientos para curar el COVID-19 en los años 2020 y 2021 en las ciudades de La Paz y El Alto.

¿Quién es o qué es el kari kari?

En la cultura aymara existe un personaje que ataca a los viajeros o a las personas que se duermen en el transporte público, con técnicas desconocidas, extrae la grasa de sus víctimas sin dejar una cicatriz visible, este personaje tiene la capacidad de transformarse en un animal, generalmente en perro, kari kari o kharisisr es el nombre que con el que se conoce a este ladrón de grasa, que actúa en el área rural y en las ciudades, su existencia data desde la época pre colonial y la forma de caracterizarlo y hasta los instrumentos que utiliza se han ido transformando con el pasar del tiempo, durante la conquista española el kari kari fue identificado con los sacerdotes, en la actualidad son personas de carne y hueso con habilidades especiales para atacar a sus víctimas sin que estas se den cuenta que han sido victimadas, según Manuel Rigoberto Paredes en su libro “Mitos, supersticiones y supervivencias populares de Bolivia” de 1976 señala:

“Antes de la conquista española llamaban Kharisiri, a un ser maléfico, invisible, causante por lo general de las enfermedades consuntivas, aprovechando del sueño de sus víctimas, a las que, con un pequeño corte, como queda dicho, les extrae la grasa. Después de la conquista, impresionados los indios con ver degollar a los ajusticiados, y reducir el cadáver a cuartos, creían que el verdugo era un ser extraordinario, un malvado,  representación del Kharisiri, que terminaba su sangrienta faena…poco a poco y  a medida que las ejecuciones en esa forma disminuyeron, la imaginación de los indios fue confundiendo al verdugo con el fraile que acompañaba al condenado a la pena de muerte, hasta que el primero se borró de su memoria y solo el último quedó con el mote de Kharisiri, terminando por tenerle miedo. a causa de considerarlo ladrón de grasa humana”. (Paredes, 1976, pág. 24)

La vigencia de este personaje en el imaginario social se ubica en una memoria larga que abarca la época precolonial hasta la actualidad, es el mes de agosto en el que se reportan una mayor cantidad de víctimas del kari kari, por ello las abuelas solían recomendar que deberíamos caminar con dientes de ajo en los bolsillos a manera de prevenir su ataque.

¿Es el kari kari un fantasma o un vecino?

“De fantasma a vecino. El Kharisiri y la noción de humanidad en Los Andes aymara peruanos” es el título del ensayo de Domenico Branca, publicado por la revista de antropología Iberoamericana el año 2018, en este exhaustivo trabajo se rescata el proceso histórico de transformación del kari kari de no humano a humano:

“Parece, consultando fuentes y relatos de diferentes períodos, que este personaje se ha ido humanizando, dejando de ser un espectro para devenir cada vez más concreto, más humano y, también, más «moderno». En los primeros informes, de hecho, y hasta por lo menos los años 50, el kharisiri era descrito como un ser maligno o un fantasma; en todos los casos, privado de características adscribibles —en el contexto aymara— a lo humano. Es a partir de los años 50 que esta descripción comenzó a cambiar: ya podía ser una persona común, también un indígena, y no solamente un blanco”. (Branca, 2018)

Según el autor en las décadas de 1970-1980 el kari kari fue asociado a funcionarios estatales, médicos y personal de ONG’S (Organizaciones no gubernamentales), en general a personas que eran ajenas a las comunidades aymaras del altiplano, hasta la actualidad en la que los relatos señalan que el kari kari es una persona cualquiera que vive ocultando su verdadero oficio. La tesis del autor puede aplicarse a la región altiplánica de Bolivia por la continuidad geográfica y cultural.

En síntesis, el karikari a lo largo del tiempo ha pasado de ser un ente maligno, espíritu, fantasma a ser una persona de carne y hueso, es interesante como este personaje es tan actual y vigente tanto en el espacio rural como en el citadino.

Un juicio contra un kari kari

La humanización del kari kari según Domenico Branca ha hecho que en la actualidad el personaje sea representado como una persona común y corriente, resulta peculiar aplicar la tesis del autor a sucesos más contemporáneos, el año 2014 en la comunidad de Yaco, en el marco de las reuniones de una de las centrales agrarias del municipio se acusó a uno de los miembros, vecino del pueblo, de ser kari kari, ya que varias personas del pueblo habían caído enfermas con los síntomas propios del ataque de este personaje, obviamente el acusado se defendió, el conflicto duró un par de semanas, los hijos del acusado eran hostigados por los demás niños en la escuela, y entre rumores y quejas que respaldaban la acusación, otros vecinos hacían circular testimonios sobre las veces que fueron víctimas del acusado señalando que por suerte habían logrado salvarse de la muerte, todo esto con mesura ya que existía el miedo de que el kari kari tomara represalias contra quienes lo estaban acusando, hasta se llegó a proponer su expulsión de la comunidad, alegando que en otras dos comunidades ya lo habían expulsado por el mismo “crimen”, la situación logró resolverse, no se expulsó al acusado pero la mayor parte de la población, aún cree que es un kari kari y toma sus recaudos evitando la interacción en privado con esa persona y el proceso de acusación quedó registardo en las actas de reunión de la central agraria.

El kari kari y el COVID-19

En un contexto más actual, durante los años con mayores índices de infección por la pandemia por el COVID-19 (2020 y 2021) en la calle Linares, o calle de las brujas de la ciudad de La Paz habían anuncios que decían: “se vende cura del kari kari – COVID-19”, y las llamadas chifleras ofrecían este brebaje como tratamiento para curar la enfermedad,  en la ciudad de El Alto el escenario fue más curioso aún, en una investigación de Gabriela Behoteguy  el año 2020 se entrevistó a los yatiris del sector Sagrado Corazón de Jesús de la ceja, los yatiris afirman que salvaron la vida de muchas personas utilizando medicina tradicional y se hizo una relación entre la enfermedad causada por el kari kari y el COVID-19, según las conclusiones de la autora:

“Casualmente, ambas enfermedades desarrollan los mismos síntomas: neumonía pulmonar, desgano, dolor corporal, sarpullido, pérdida de peso, intenso dolor de estómago, vómitos incon­trolables, dolor de cabeza, fiebre, temblores, respiración dificultosa y dolor de pecho. Por eso, el remedio contra el kari kari resultó ser efectivo para pacientes con COVID-19. Además, como notó la hierbera Benita Vega, el pico más alto del coronavirus en 2020 coincidió con la época (en­tre agosto y septiembre) que el Kharisiri camina para extraer la grasa humana (Benita Vega, 2019)” (Behoteguy, 2021)

La autora afirma que no es la primera vez que el kari kari es asociado a una enfermedad de escala alta de contagios, ella cita una investigación de Alisson Spedding en la que por los a los 90 el cólera en comunidades de Rio Abajo también había sido asociado al kari kari, los comunarios afirmaban que los síntomas de la enfermedad tenían que ver con una ola de kari karis que había azotado a la población durante ese tiempo.

En conclusión el kari kari es un personaje cuyo conocimiento puede ser abordado desde diferentes perspectivas, estudios antropológicos, investigaciones sociológicas, filosóficas, estudios en el área de la salud y hasta en el ámbito de la literatura, como en la novela “Cuando Sara Chura despierte” de Juan Pablo Piñeiro, obra en cuyas páginas encontramos referencias sobre este personaje, agosto es el mes en el que el kari kari roba más grasa que en otras épocas del año, el personaje es vigente, actúa en contextos rurales y urbanos y entorno a él se van creando más relatos y caracterizaciones que nos permiten profundizar categorías para comprender la cosmovisión aymara.

Bibliografía

Behoteguy, C. G. (2021). El Corazón de Jesús en la ceja de El Alto, crisis política, medicina tradicional y ritualidad aymara en tiempos de Covid-19. REUNIÓN ANUAL DE ETNOLOGÍA, 37-57.

Branca, D. (2018). De fantasma a vecino. El Kharisiri y la noción de humanidad en Los Andes aymara peruanos. AIBR Revista de Antropología Iberoamericana, 282-283.

Paredes, M. R. (1976). Mitos, supersticiones y supervivencias populares de Bolivia. La Paz: Biblioteca del Sesquicentenario de Bolivia.

 

 

[1] https://www.paginasiete.bo/seguridad/me-han-querido-meter-de-sullu-un-hombre-se-salva-de-ser-ofrendado-a-la-pachamama-DN3492476