Por Carlos H. Burgoa Moya
En tiempos de coronavirus, Hugo Moldiz Mercado, (La Paz, 1964) acaba de publicar: “Golpe de Estado en Bolivia. La soledad de Evo Morales”. (Ocean Sur 184 pág.). Debe ser una de las pocas publicaciones que vio la luz, a partir de los hechos que conmovieron a América Latina en 2019, por el hecho mismo de que se asestaba una nueva forma de golpe de Estado (civil-militar-policial). No por el hecho mismo del golpe –en un país que ha tenido mas golpes de Estado que la mayoría de los países de América Latina- si no porque hubo resistencia de parte de un movimiento popular, quien le sustentaba y era su apoyo en sostenerse en más de 13 años de gestión ininterrumpida, lo que faltó fue una dirección política de las movilizaciones, para afrontar y derrotar el golpe de Estado.
Durante tres elecciones consecutivas Evo Morales, gano (2005 con el 53,74%; 2009 con el 64,22% y en 2014 con el 61,36%), con amplio margen porcentual a sus adversarios en las contiendas electorales, si no se hubiesen anulado las elecciones del 20 de octubre de 2019, hoy Bolivia estaría en otra historia, quizás con los mismos actores, pero con desenlaces diferentes en su gestión de gobierno.
Hugo Moldiz, debe ser uno de los pocos investigadores que da a conocer lo que ha sucedido en el país, entre octubre y noviembre, exceptuando a El Deber, Página Siete y Correo del Sur, medios de comunicación que abordaron el conflicto político del país, cuya cúspide fue la renuncia de Evo Morales. Es necesario investigar, sin apasionamientos, lo que realmente sucedió, por el bien del país y de la historia boliviana.
Atilio Borón, quien hace la introducción al libro, devela un hecho que en las páginas sucesivas Moldiz, expresa con ahínco: en la Bolivia de Evo, se asestó la “cuarta crisis estatal de la historia boliviana (2003)” (Pág. 31), quien anula dicha pretensión expresando que “aquellos (gobiernos de Evo 2006-2009; 2009-2014; 2014-2019), no alcanza para decir que en ese país se había consumado una revolución” (Pág. 4).
El proceso electoral de octubre en el que Evo Morales, vence en primera instancia y la fuerza social que lo acompañó durante 13 años, nueve meses y 10 días, sale en contundentes movilizaciones en apoyo y defensa de ese triunfo, pero sin una dirección política, hace pensar que no todo era una taza de leche en el Gobierno de los movimientos sociales y que había un divorcio entre los operadores del Gobierno y las direcciones políticas de los movimientos sociales, fue evidente.
El 20 de octubre, es la culminación de un proceso que paulatinamente se fue desgastando y culminó el 10 de noviembre con la asunción de Janine Áñez a la presidencia. La asonada política civil de parte de la derecha, sumada al motín policial-militar, no sólo actuó a partir del día de las elecciones, sino, antes de que se diera el golpe de Estado –coincido plenamente- que desde la realización del Referéndum del 21 de febrero de 2016, las fuerzas reaccionarias ya habían empezado a planificar dichos acontecimientos, que culminaron con los lamentables sucesos de Sacaba y Senkata.
Moldiz detalla con minuciosidad los hechos que desembocaron a que por ejemplo Adriana Salvatierra, Víctor Borda, presidenta de la Cámara de Senadores y presidente de la Cámara de Diputados, respectivamente puedan asumir un rol preponderante durante la crisis que asonó al país. Afirma que dichos asambleístas renunciaron, no por voluntad propia, sino a pedido de Evo y Álvaro en el caso de Salvatierra y de Borda por el secuestro de su hermano. El texto de Moldiz delata que los sucesos no eran simples cálculos políticos, eran hechos planificados y bien estudiados, para que en adelante no se piense que iba ocurrir como se dio en 2003 con la asunción presidencial de Carlos Mesa, porque la experiencia de esos hechos, la izquierda supo capitalizar y allanar el camino para la toma de gobierno en las próximas elecciones generales, porque comprendió que si no tenía el apoyo de la clase media, iba ser un gobierno sin apoyo en las grandes ciudades del eje central del país, ese fue el mérito más notable de la izquierda en la toma del poder que se concretó el 22 de enero de 2006.
De nada sirvió las enseñanzas de René Zabaleta Mercado a quien Hugo Moldiz hace referencia en casi todo su libro. En la lectura, que se hace de este extraordinario marxista dejo para la posteridad, que las fuerzas políticas de derecha, aprendieron que las cosas nunca ocurren de la misma forma dos veces: golpe de Barrientos y el caso del golpe de Hugo Banzer, fueron totalmente diferentes.
Que Estados Unidos, siempre se inmiscuyó en asuntos de Estado, no sólo en Bolivia, sino en todo el mundo, no es novedad y lo hará siempre, convergente a sus intereses y en el periodo de la Revolución Democrática y Cultural, no ha sido la excepción, que ha convergido con la derecha boliviana, es de amplio conocimiento.
Hugo Moldiz, fue ministro de Gobierno de Evo Morales, durante tres meses y dos días (tuvo que ser removido a raíz de la fuga del prófugo peruano Martín Belaunde, historia poco esclarecida en el país). Además en 2016 lideró la campaña del gobierno de Evo Morales a favor del «Si» en el Referéndum de aprobación o rechazo al proyecto constitucional que buscaba permitir la modificación constitucional para que el Presidente y Vicepresidente puedan reelegirse consecutivamente, que por escaso margen perdió. A razón de Moldiz, no hace una evaluación del porque se insistió en la repostulación de Morales y García en 2019.
Las fuerzas coercitivas del Estado (Policía-Fuerzas Armadas), desde el desbaratamiento de 1952, a raíz de la Revolución Nacional y posterior conformación en base a lo negado hasta el presente periodo no ha cambiado y no por falta de voluntad política, ni por una falta de lectura cabal de lo que hace y piensa la elite castrense-policial. Que desde que se enlistan los nuevos reclutas –no todos- llevan una ideología contraria a lo que se quiso impartir en la Escuela Antimperialista, cuyo objetivo era de cambiar el modo de pensar, craso error, no reconocido por Moldiz, quien quiso cambiar a la policía, pero no fue comprendido, quizás Evo o el caparazón que lo acompañaba al presidente indígena.
El hecho de que los asambleístas, -no todos-, pero en su mayoría nunca comprendieron su papel en el “Proceso de Cambio” y fueron absorbidos por la comodidad que daba el poder y el sentirse ya de hecho de ser padres de la patria, no contribuyeron a que la conducción de la nave del Estado gire a un rumbo del que la mayoría de los bolivianos habían votado, no fue la excepción y que las relaciones estrechas que lleva Murillo-Copa, en base a la declaración de la exministra de comunicación del actual Gobierno, presume que muchos de los actuales asambleístas no brinden el apoyo para el esclarecimiento de los luctuosos hechos de Sacaba y Senkata, se hace evidente cada vez más.
En las partes centrales de la obra de Hugo Moldiz, recalca la ausencia de los movimientos sociales en defensa del “Proceso de Cambio” días antes del golpe de Estado. Hace hincapié que se descuidó la formación política-ideológica, tanto en los nuevos allegados que provenían de las clases medias cómo en las estructuras políticas del partido en función de Gobierno, ya que toda la carga política se depositó en los funcionarios públicos y no en su propia militancia y en su propia estructura política que la hay, pero no fue tomada en cuenta.
Hugo Moldiz, fue uno de los primeros miembros en formar parte de la primera dirección política de la Asamblea por la Soberanía de los Pueblos (ASP-1995) hoy Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos – Movimiento al Socialismo (IPSP-MAS) y no podría estar exento a una autocrítica, ya que desde el interior de la organización política, siempre fue una debilidad latente en todas sus estructuras y que el mismo Evo Morales, no supo evitar esa desorganización y que más bien se depositó la organización en los ministros de Estado, que en algunos casos, no comprendían de lo que estaba pasando en la Bolivia profunda de donde emergió el propio instrumento y que produjo la ralentización del “Proceso de Cambio”, al que tanto menciona en su libro Moldiz.
Otro elemento que quizás sea para el análisis es: la composición ministerial del gabinete de Evo Morales, que de los 109 ministros que figuraron a lo largo de los 13 años, muy pocos estaban convencidos en cambiar el país, ya que de la primera gestión gubernamental (2006-2009) con amplia participación de movimientos sociales, a lo largo de los posteriores equipos ministeriales sólo fue un enroque (de un ministerio a otro) y no así la promoción de nuevos forjadores del cambio que había depositado el movimiento popular, porque en muchos casos se envilecieron en el poder y dejaron de ser simples administradores de la cosa pública para sentirse dueños de lo que nunca construyeron.
A lo largo del “Proceso de Cambio” nunca se profundizó o se reflexionó lo que es el Socialismo Comunitario o el Vivir Bien, ya que nunca pasó de ser unas frases con mucho contenido ideológico y poca explicación teórica en las ciencias sociales, de cómo se podría implementar en la práctica a la sociedad boliviana.
Los procesos emancipatorios de Cuba y Venezuela, al que hace referencia Hugo Moldiz, cómo a modelo a seguir al proceso boliviano, no tiene comparación alguna, ya que el ascenso del gobierno indígena-popular en Bolivia, se dio de una forma poco ortodoxa. No cabida en los manuales de teoría política del marxismo y que, si se hubiese aprendido e instruido a los militantes, no se tendría los hechos que le ha tocado vivir a Bolivia.
Quizás el análisis del presente trabajo, no exprese todo lo que da a conocer Hugo Moldiz, en su libro y será una lectura obligada para muchos aprender de los errores cometidos, y como decía el Che “de nuestros errores se aprende”, ya que el papel que de aquí en adelante juegue Evo Morales, en la convulsionada Bolivia, será para que no se comentan los errores, que al fin y al cabo como sentencia Moldiz, “creer que alguien sabia de socialismo”, es una ilusión de muchos y trabajo para aquellos que quieren hacer un cambio profundo en la sociedad boliviana.