Por
Cintia Fabiola Figueredo Quisbert
Débora Danowski, de nacionalidad brasilera, es doctora en filosofía por la Pontificia Universidad Católica, realizó su posdoctorado en la Universidad de París IV (Sorbonne). Sus temas de investigación tratan sobre metafísica, filosofía moderna y el pensamiento ecológico.
Eduardo Viveiros de Castro, nacido en Rio de Janeiro, es considerado fundador de una nueva escuela en antropología: “el perpectivismo amerindio”, es doctor en Antropología Social por la Universidad Federal de Rio de Janeiro, es reconocido mundialmente por sus estudios sobre etnología indígena.
El libro reseñado a continuación fue realizado por Débora Danowski y Eduardo Viveiros de Castro, la obra parte del análisis de los discursos que se han construido en las últimas décadas en torno al “fin del mundo”, acontecimiento catastrófico que se creyó había sido demarcado por el calendario maya en la fecha 21 de diciembre de 2012, un borrador del texto fue presentado de forma oral en Paris a fines de ese año, la obra fue posteriormente publicada, en forma de un ensayo escrito en 2019, Bruno Latour, Guilles Deleuze, Félix Guattari, e Isabel Stengers son los autores cuyas ideas se han desarrollado en muchos en los apartados del libro, así mismo se han valido de la producción de literatura de ciencia ficción y producción cinematográfica de ficción científica para poder dar a conocer los mitos que se han venido construyendo sobre ¿cómo sucederá el fin del mundo,?; ¿cuál es el futuro de los humanos como especie? Para así poder emprender una reflexión filosófica, histórica y antropológica en torno a estas preguntas.
El ensayo: ¿Hay mundo por venir? Está estructurado en ocho partes, la primera titula: ´Qué escabrosa bestia…, en esta los autores presentan las narrativas en torno al “fin del mundo en el que: “Las distopías proliferan; y un cierto pánico perplejo (peyorativamente tildado de “catastrofismo”), cuando no un entusiasmo algo macabro (recientemente popularizado bajo el nombre de “aceleracionismo”), parece sobrevolar el espíritu del tiempo. De repente, el famoso no future del movimiento punk se ve revitalizado -si es este el término que conviene- a la vez que reemergen profundas inquietudes de dimensiones comparables a las presentes, como aquellas suscitadas por la carrera nuclear de los a los -no tan distantes- de la Guerra Fría”. (Danowski Debora; Viveiros de Castro Eduardo, 2019, pág. 26). Estas narrativas, las catastróficas y las entusiastas, corresponden al tiempo en que vivimos: “El antropoceno (o cualquier otro nombre que se le quiera dar) es una época en el sentido geológico del término, pero apunta hacia el fin de la “epocalidad” como tal, en lo que concierne a la especie. Aunque haya comenzado con nosotros, muy probablemente terminará sin nosotros…” (Danowski Debora; Viveiros de Castro Eduardo, 2019, pág. 29).
El segundo apartado titulado”…llegada al fin su hora” los autores hacen referencia a los datos sobre la crisis ambiental: “en septiembre de 2019, la revista Nature publicó un número especial, coordinado por Johan Rockström, del Stockholm Resilience Centre, en el que diversos científicos identificaron nueve procesos biofísicos del Sistema Tierra y buscaron establecer límites para esos procesos, límites cuya transgresión acarrearía alteraciones ambientales insoportables para distintas especies, la nuestra entre ellas…” (Danowski Debora; Viveiros de Castro Eduardo, 2019, pág. 35). Ante la inmanente extinción de nuestra especie y las otras formas de vida en el planeta, los humanos nos hemos convertido en un agente geológico capaz de afectar al sistema planetario (destrucción del planeta) y nuestro propio destino. “…nos encontramos en el Antropoceno, la época en que la geología entró en resonancia geológica con la moral, tal como fuera anunciado por los célebres videntes Gilles Deleuze y Félix Guattari, veinte años antes de Crutzen; esto, subrayamos no moraliza la geología (la responsabilidad humana, la intencionalidad, el significado), pero sí geologiza la moral.” (Danowski Debora; Viveiros de Castro Eduardo, 2019, pág. 44).
El tercer apartado “…se arrastra hasta Belén para nacer?” inicia con la descripción del mundo antes de los humanos, el Edén (según el relato bíblico, el mundo que Dios creó en seis días) , este relato es acogido por los grupos ambientalistas radicales, bajo la idea de que sin humanos otras formas de vida pueden existir en plenitud, por otra parte los autores analizan el best seller “El mundo sin nosotros” del periodista, escritor ambientalista Alan Weisman, considerándolo como un experimento mental en el que la vida se contrapone a lo humanos (considerada como especie antinatural), ya que con la extinción del homo sapiens y su civilización, una especie de mundo edénico puede ser posible.
El cuarto apartado: “El afuera sin pensamiento o la muerte del otro” analiza el antropocentrismo o humanismo moderno, una anterioridad trascendental del humano al mundo, un “nosotros antes del mundo”, según Bruno Latour una inconmensurabilidad ontológica absoluta, que ha provocado el agotamiento de recursos y la crisis climática del planeta.
El quinto apartado: “Por fin solos”, los autores desarrollan el esquema humanidad sin mundo, describiendo dos narrativas: “la singularidad” liderada por Vernor Vinge y Ray Kurzeweil que pretenden justificar la supervivencia del capitalismo, proponiendo la auto fabricación del hombre del futuro, parte de la idea de que la conciencia humana puede tecnologizarse hasta el punto de que su existencia no dependa de un mundo físico y la narrativa “aceleracionista” que en 2013 fue proclamada por Alex Williams y Nick Srnicek quienes redactaron “el manifiesto aceleracionista”, en síntesis consideran que debemos elegir entre el animal que fuimos y la máquina que seremos, un mundo sin nosotros pero hecho por nosotros.
En el sexto “Un mundo de gente”, los autores rescatan las cosmogonías amerindias como la de los Aikewara, Yawanawa, Yanomani entre otros pueblos amazónicos, de las que concluyen: “Así es como, en el pensamiento amerindio, la humanidad o personitud es tanto la semilla como el fondo o el suelo primordial del mundo”. (Danowski Debora; Viveiros de Castro Eduardo, 2019, pág. 125), la humanidad según los relatos míticos de estos pueblos, es el principio activo que está en el origen de formas vivas en un mundo rico y plural, a esta postura los autores la han denominado antropomorfismo.
En el último apartado “El mundo en suspenso”, los autores hacen referencia a Isabel Stengers, una filósofa que escribe sobre la figura de Gaia quien sería entendida de la siguiente manera: “Gaia es el llamado a resistir al Antropoceno, esto es, a aprender a vivir con él, pero en contra de él, o sea, contra nosotros mismos”, (Danowski Debora; Viveiros de Castro Eduardo, 2019, pág. 197)
Hasta el día en que esta reseña fue redactada, los procesos biofísicos del Sistema Tierra han seguido en aumento, el ensayo toma elementos de la literatura de ficción y del cine de ciencia ficción para ilustrar los posibles escenarios de un colapso del mundo como espacio-tiempo, y por sobre todo exponer los escenarios de reflexión y solución a este futuro que en apariencia ya no sucedería, la descripción de las narrativas catastróficas que apuntan a la agudización de la crisis climática y los escenarios de: “un mundo antes de nosotros, un mundo sin nosotros y nosotros sin un mundo” establecen una reflexión ontológica sobre la relación dicotómica del ser humano con la naturaleza, los autores proponen a partir de las ideas de Bruno Latour y el propio Eduardo Viveros establecer un “giro ontológico” en el que naturaleza y cultura (especie humana) no se contrapongan, tomando como ejemplo las cosmologías amerindias en cuyos mitos los humanos no son catalogados como la especie que abusa de sus recursos y destruye su ecosistema, sino como la especie generadora de vida que comparte la misma ontología con otros seres, en el mundo amerindio conviven humanos y no humanos.
Finalmente los autores afirman que el Antropoceno o la era de Gaia es un tiempo geológico de destrucción del planeta perpetrado por el propio ser humano, pero sin caer en un discurso catastrófico y pesimista, si no de entender que este es el presente que llama acciones rápidas que sobrepasen el desarrollo tecnológico, que sería insuficiente para solucionar el problema de la extinción de la humanidad como especie, las acciones requieren inmediatez y el perspectivismo amerindio podría ser una alternativa a la situación crítica que vivimos, por todo ello vale la pena reflexionar sobre si: ¿hay mundo por venir?.